“A la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”

I Domingo de Adviento/ Ciclo A.


Iniciamos hoy un nuevo año litúrgico, con el primer domingo del tiempo de adviento, periodo dedicado a reflexionar sobre la segunda venida del Señor y que se caracteriza por el color morado, con el cual se representa la expectación, preparación y penitencia, necesarias para el regreso de Cristo.

En el texto que leemos, Jesús dibuja el escenario necesario para su segunda venida: en primer lugar representa la situación haciendo referencia al episodio del Arca de Noé, evento del Antiguo Testamento, y en el que destaca la incredulidad de muchos en escuchar la voz de Noé y la advertencia sobre la conversión y un cambio de vida, antes de que fueran arrasados por las aguas del diluvio.  La segunda línea desarrollada por Cristo, versa sobre la elección de aquellos que serán salvados, estos serán tomados de entre varios y no por grandes acontecimiento o acciones, sino porque han sabido esperar pacientemente y desde su sencillez, se han preparado para el encuentro definitivo con Jesús.

¿Cuántos de nosotros deseamos que Jesús regrese aquí y ahora? ¿Cuántos de nosotros somos como el hombre y la mujer del evangelio, que trabajaban esperanzados en el retorno de Cristo? ¿Cuántos creemos en su segunda venida?

Para muchos el tema de la segunda venida de Jesús ha tenido un toque lúgubre o fatalista, pero para los creyentes, esperar el día del Señor es fuente de consuelo y esperanza. “No hay amor en el temor” dice una sentencia bíblica, por eso los cristianos no tememos la venida de Cristo, al contrario la esperamos, y deseamos, es ella el fruto de nuestra oración, de nuestra paciencia y nuestra acción. “¡Ven Señor Jesús!” Era el grito de las primeras comunidades, y también será el nuestro en la medida en que somos conscientes de que por la fe, nuestra peregrinación por este mundo es un adviento continuo, que deseamos sea levantado, para alcanzar el encuentro definitivo con Cristo, a sabiendas de que Él viene todos los días, misteriosamente a nosotros.

Como dice el texto de la misa de estos días:

“Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo. En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva. El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la esperanza dichosa de su reino. Por eso, mientras aguardamos su última venida, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria” (Prefacio III de Adviento).

Raymundo A. Portillo.
Rixio G. Portillo.

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Cristo Risorto. Sala Nervi Aula Pablo VI. Escultura de Fazini.
Cristo Risorto. Sala Nervi Aula Pablo VI. Escultura de Fazini.

Evangelio (Mt 24, 37-44)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró al arca. Y cuando menos lo esperaban sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo el trigo, una será tomada y la otra dejada. Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.

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