«Una voz en el desierto»

II Domingo del Tiempo de Adviento/C


Nuestra segunda estación de adviento, centra su reflexión en la figura profética de Juan el Bautista, conocido como el precursor del Mesías, aquel que ha venido a preparar al pueblo de Israel para la llegada de Cristo. El evangelio de Lucas, utiliza para describirlo un pasaje de Isaías, con el texto del retorno del destierro; con esta mirada al pasado, iniciamos también nosotros este comentario.

Un profeta es aquel que anuncia el futuro lejano a una multitud, aquel que llamado por la fuerza de la predicación, dibuja para los presentes los nuevos tiempos por venir aunque estos sean inciertos. Tal es lo que sucede con el texto de Isaías, referido al regreso del destierro de Babilona en el 538 A.C. La dura experiencia del exilio, había sido la oportunidad para renovar la esperanza en la obra de Dios, volver a casa, a la tierra, dejar el desierto, había sido una experiencia de conmoción espiritual, comparada al sueño imposible, de aquel condenado a muerte, que de pronto se ve liberado.

Lucas dibuja con esta filigrana la imagen de Juan el Bautista, de alguna manera el también nos llama a nosotros a la conversión, nos invita a prepararnos para el regreso de la salvación. La dura experiencia del desierto de la vanidad, de la vida sin Dios, del orgullo y la soberbia, han dejado seca nuestra garganta, herido y maltratado el corazón; deseamos, anhelamos, ansiamos, volver a Casa, al lugar junto a Dios, y por eso debemos purificarnos.
En medio de este adviento, resuena la voz de Juan el Bautista, en medio de estos tiempos convulsionados, heridos, divididos. Preparemos el camino del Señor, dobleguemos nuestras montañas de soberbia y venganza, allanemos el camino de la reconciliación, y veremos qué la llegada de Jesús, nuestra salvación, renovará nuestras mentes cansadas.

Para nosotros, hoy son las palabras del salmo responsorial: «Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar; entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la lengua de cantar». Seguimos en adviento, seguimos esperando la salvación.

Raymundo A. Portillo.

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Evangelio (Lc 3, 1-6)

En el año décimo quinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías. Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías: Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios.

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